Los noventa estan aki otra vez ..... tierna edad en flor
Pasamos de las camisas de caravelas a las camisas de leñador; de la chupa de cuero a las rebecas de lana, de los pantalones cortos rotos a los vaqueros sucios rotos y con restos de lejía; del sol californiano a el frio y la lluvia de Seatle.
Yo siempre te he dicho que me hubiera encantado conocerte en esa época; y ver como eras en esos tiempos y compartir contigo todo ese tiempo que parecía no pasar; que se detenía en un verano sin fin y en un invierno eterno.
Llevarte de la mano y abrir para ti de par en par las puertas de mi mundo adolescente.
Esos días en los que los demás iban al instituto y un grupo de inadaptados nos saltábamos las clases pasando horas y horas cogiendo sol en los bancos de la plaza fumando y planeando mil travesuras ; destilando el tiempo con amigos recorriendo mil calles empedradas lejos del tránsito …
Compartir las tardes con tenues farolas que al oscurecer nos brindaban un escenario ideal para que nuestros sueños los colgáramos junto con las estrellas.
Cogíamos autobuses sin ninguna dirección, con nuestra música en el walkman y un aire romántico en la mirada …
Las primeras cervezas y porros que alteraban aún más nuestra pequeña realidad de espacio tiempo; adolescente.
Enseñarte mi habitación, tumbarte en mi cama y señalarte desde ella las constelaciones que tiritaban frágilmente entre posters ,que yo mismo coloque y que casi no dejaban ver el azul fuerte de la habitación , dibujando constelaciones que apuntaban estratégicamente hacia el Sur.
Mi guitarra grunge y mi colección de vinilos de la época y de otras ya pasadas: El psicodélico Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band; con su colorido y fantasía … el primero de los Doors tan cautivador, tan sugerente , tan místico ; el apetite de los guns y el Lies que tanto me costó conseguir y que sonaba tan bien , que quería compartir con una persona tan tan especial que nunca apareció o lo hizo muchos años mas tardes pero que no vio mi habitación sólo un armario de fondo que aún conservo …
Los libros musicales que fueron mi doctrina en las frías noches de lluvia que me transportaban a otros lugares, tan lejos de esa pequeña habitación … al Seatle de Nirvana , de Pearl Jam de Alice in Chains … al lugar de la música estridente y distorsionada como esa guitarra grunge de la que te hable antes y tanto ahorre para comprar …
Enseñarte mi libreta de poemas , dibujos y pensamientos que por alguna cuestión ell destino quiso que se evaporara en una oficina de correos de algún lugar muy muy lejos de esa habitación, mirando el lado bueno , esos poemas llegaron muy lejos, volaron y ahora ya no me pertenecen son del todo y de la nada
O caminar junto a ti cogidos de la mano un viernes por la noche , sabiendo que tú eras esa persona tan especial con la que compartir ese comienzo acústico que tan bien sonaba en mi viejo equipo de música cuando la aguja rayaba el vinilo y Duff contaba ONE TWO, ONE TWO THREE FOUR …. y ese silbido sería la música con la que te daría pistas de que estaba loco por ti .
Compartir contigo mi pizzería preferida no tenía mucho glamour, igual la pizza no era la mejor del mundo , pero ninguna me ha sabido tan bien como esa … llevarte al jardín ese donde las fuentes y los jardines parecían formar un lugar como sacado de la película de Oz con sus callejuelas interminables …. Gárgolas en las paredes y escalones imposibles…
Ver las series que tanto me gustaban y me enganchaban en esa época, que hoy igual no parecen tan maravillosas , pero que de volverlas a dar , las vería sin dudar: Ese poli que daban a media noche y que en realidad era un vampiro, la serie de los inmortales con Duncan Mcleod que entre EEUU Y Paris vivía su larga vida como anticuario; anclado en una casa barco a orillas del Sena, o repetir esa frase que le decía siempre a mi profesor de matemáticas en las clases particulares de verano ya que siempre tenía asignaturas pendientes , tal vez por haberme fugado el resto del año “Venga que me voyyyyy”
Y llegar con la bici a 100 por hora para ver a ese viejo rockero Boby Rivers y su loca y descolgada existencia en esa Australia de los Noventa , esa casa destartalada que tanto envidiaba tener al igual que su despreocupada existencia.
Enseñarte la escollera del muelle donde me refugiaba los lunes que no quería ir a clase, el camino del faro y los diques que si saltabas ágilmente llegabas a un refugio donde el mar hacia charcos y los cangrejos se metían ese lugar tan maravilloso donde el sol acariciaba el agua y brillaban los peces donde la calma reinaba y la brisa marina dejaba restos de salitre en la piel.
O esos días de verano en los que cogíamos olas desde la mañana hasta la noche con la luna como única compañera alumbrando nuestras cabalgada salvaje y furiosa encima de montañas de espuma agua y sal que te zambullía a una velocidad endiablada y de nuevo te elevaba entre una explosión de agua sobre la orilla que parecía tan lejana…
Pensándolo bien no estaban tan mal los noventa incluso cuando ya se acababan y teníamos que tomar decisiones, responsabilidades y con ellas venían no sólo obligaciones sino recompensas que se mostraban en gustos más selectos más caros; dejando atrás no sólo esa forma de vestir , ese pelo largo que había sido heavy , grunge y surfero y ahora enmascaraba a un chico de oficina, un Clark Kent que no escondía a un superman , aunque igual por esa época iluso de mi , me lo creía …
Restaurantes italianos, vinos y rosas, cafés pseudo intelectuales; adiós a la ropa juvenil y hola a la ropa clásica traje chaqueta, chaleco y zapatos italianos reloj de marca en la muñeca y nuevos vicios, nuevas compañías nuevos sitios y nuevas falsas amistades … música de piano y barroco luminista, aires de grandeza y desaires de soledad , películas de autor y bibliotecas donde te sirven café y pastas más falsas compañías …. Y llega Fito y Charly y el mejor Sabina y Buenos Aires es el destino a visitar aunque al final me decanto por Londres … y el circo beat y la mariposa tecnicolor alumbra mis mañanas y el tango las noches de algún pasajero en trance que igual compartía conmigo algo más que algún momento .
Al final no estuvieron tan mal los 90 si hubiéramos compartido ese concierto multitudinario en las Vistas juntos hubiera sido la hostia, hubiéramos pasado el día y la noche juntos aprenderíamos tantas cosas del uno y del otro nos aislaríamos de esas 120.000 personas y solo hubiéramos importado tú y yo …
Y volveríamos a cambiar en el 2000 lejos de artíficos, poses y malas costumbres y volveríamos o volvería ser más yo mismo, más ese chico al que hoy le ha dado por pensar que no estaban tan mal los noventa … ese chico con camiseta de los ramones , pantalones desgastados y sin reloj en la muñeca …