HOMENAJE A PEPE RISI
El sábado 9 de mayo de 1997
Fallecía en un hospital madrileño José Casas "Risi", fundador y líder de Burning, aquejado de neumonía. Era la noche total y definitiva, un cinematográfico fundido en negro, aunque jamás, para un roquero ardiente como él fue, quepa un epitafio de silencio. Negro, sí: el negro de su chupa de cuero; el de las eternas gafas que ocultaban sus "noches de rock and roll"; el de las noches de oscuridad iluminadas por los neones de la gran ciudad, por las estrellas de los sueños musicados en tantas y tantas canciones llenas de fuerza, pero también de sentimiento, de pasión, pero también de amor; el negro en fin de su "negrita", la vieja guitarra Gibson compañera de tantas fatigas, de tantas incomprensiones, pero también de tanta música y "buen rollo".
Entre la sorpresa de muchos y el autosuficiente "ya lo sabía yo" de otros tantos se fue Pepe Risi, y no hay necesidad de buscar más pies al gato: gustó siempre de vivir merodeando el lado salvaje de la vida, cuando no decididamente dentro de él, y la noche cobra a veces un alto tributo a sus más fieles amantes, aunque a veces su triple divisa "drogas, sexo, rock and roll" sea un tópico excesivo y unilateral. Pero es siempre "tu decisión", como el propio Pepe recordaba en un bello tema desde los lejanos años del disco "Bulevar", y él mismo había tomado la decisión de vivir ese rock and roll del barrio -más realmente que el de los grandes bulevares- hasta sus últimas consecuencias.
Murió como había vivido, prácticamente se dejó el alma sobre un escenario, tocando, ya muy enfermo, hasta pocos meses antes de morir, componiendo con la misma raza de siempre sus temas aún inéditos que dejó grabados en maqueta, y sacando el aire justo para cantar un poco de unos pulmones que ya no le respondían, "ya no tengo voz, amigos, pero tengo corazón", se sinceraba ante el público de sus últimos días.
Quizás Madrid, su ciudad, su pasión -a la que quiso como se quiere a una mujer algo esquiva, y a la que tantos temas hermosos dedicó- no le haya rendido el homenaje merecido. Sabino y Loquillo cantaron hace mucho que Pepe Risi "había matado el silencio de las calles de Madrid", pero no están los ojos del Madrid oficial de hoy vueltos hacia el rock, el rock que sin embargo late aún en sus entrañas, en su periferia -como latía también en 1972 cuando un adolescente Pepe Risi se echó con su "negrita" y sus sueños intactos a la carretera-.
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