CICLO LUIS TOSAR
								
				
				
La película comienza con cinco minutos de cine de animación en cartón  piedra con muñecos que son hasta entrañables , acompañados por una música que  ya, de entrada, promete.
 
 Cuando los protagonistas crecen ya se nos muestran en carne y hueso (el  hermano rubio, el hermano moreno y la vaca) viviendo al borde del mar,  mostrando un soberbio paisaje de la costa gallega donde se entremezcla  el color verde de hierba fresca del prado con el azul intenso del mar  chocando contra las rocas.
 
 La historia cuenta la vida de esos dos hermanos, que siendo niños fueron  arrastrados por lluvias torrenciales a no se sabe dónde, y crecieron en  una casucha construída con todo tipo de artefactos arrojados por el mar  (crebas), gracias a su inventiva que les permite reciclar y reconvertir  el uso de objetos, como tener un fuelle en la cocina montado con un  acordeón que funciona a base de poleas y el movimiento de una  boya-garrafa en el mar.
 Un día se encuentran un hombre muerto en la playa, que resulta ser un  piloto alemán al que buscan sus compañeros nazis y descubierto por la  tripulación de un submarino americano que navega por la zona. Otro día  la vaca se pierde y, en su búsqueda, hacen descubrimientos como una  ermita, un pueblo del interior, sus vecinos que están de fiesta, la  verbena, una cantante llamada Loli Marlén, el amor, los recuerdos de la  niñez, la vaca perdida... 
 
 El paisaje del interior es tan precioso como el de la costa: castaños  enormes con el tronco repleto de musgo, las hojas marrones mezclándose  con las que aún no se han secado, inmensos prados de helechos, las  montañas, las casa de piedra... 
 
 Hay situaciones geniales, absurdas, escenas abstractas, unas cuantas muy  divertidas, otras tomadas directamente del cine mudo, otras que podría  escoger tanto David Linch como Pedro Lazaga para sus respectivas  colecciones...
 
 Genial Luis Tosar hablando en inglés americano (casi con chicle  incluido) en su papel de capitán del submarino que tiene como misión  buscar sitio para desembarcar (el de Normandía). Merece la pena solo por  verle y oirle en su pose de yanqui. El resto de personajes falan en  galego (y en alemán los nazis, claro), pero aunque hay subtítulos casi  no se necesitan por la brevedad de los diálogos, que no tiene nada de  malo por ser breves, y las expresiones de las caras de los personajes. 
 
 En fin: una historia contada de forma muy original, soplo de aire fresco  en medio de tanto intento de "quererlo ser pero quedarse en lo patético  del intento", divertida, ingenua, preciosa, entrañable... acompañada de  una música que le sienta fenomenal a las imágenes, con mucho silbido y  mucho acordeón... muy rusogalaica...
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